jueves, 19 de marzo de 2009

Perdieron pero, ¿quién ganó?

La tan anunciada, promocionada y saturadora de casillas de mails "marcha contra la inseguridad" se llevó a cabo ayer por la tarde en Plaza de Mayo y tuvo un factor sorpresa. A pesar de la cantidad de gente que mostró su apoyo a la convocatoria, menos de diez mil personas concurrieron al lugar acordado. Tan solo la mitad de la plaza estaba colmada, escuchando atentamente las palabras del rabino Sergio Bergman, el cura Guillermo Marcó y un sacerdote munsulmán cuyo nombre ni siquiera trascendió. Ni una sola de las figuras públicas que tanto habían despotricado contra la inseguridad asistió a la manifestación, ni una sola.

Bergman pronunció una frase que dió mucho para imprimir: "el reclamo por seguridad no es de derecha ni de izquierda", la cual es muy exacta. Cualquiera tiene derecho a exigirle al Estado seguridad, cualquiera sea su ideología. Mucho más simple todavía, los que son de derecha o de izquierda no son los problemas sino los que discuten estas cuestiones, las personas. Sin embargo, rara vez una persona que se precie de izquierda pondrá a la inseguridad como el principal problema de la nación. Antes está la desnutrición infantil, el deficiente sistema de salud, el paupérrimo sistema educativo, en fin, todos problemas mayúsculos que dan origen, intdirectamente y entre muchas otras cosas, a la inseguridad, junto con muchos otros problemas.

¿Qué podemos, entonces, rescatar como positivo de esta marcha contra la inseguridad? ¿Se logró algo? uno podría decir que perdieron incluso en su mismo territorio ideológico, que la derecha no es capaz ni de sostener sus propios valores ni siquiera asistiendo a una simple manifestación en una plaza donde hablan un cura y un rabino. Pero la verdad es que no lograron ni siquiera lugar en el análisis de las noticias en los principales medios, había otros temas más trascendentes como el enojo del campo por el fracaso en las negociaciones por la baja de las retenciones, la votación en Diputados por el adelantamiento de las elecciones legislativas, el triunfo de Boca antes Guaraní por 1-3 en Paraguay.

Si vamos a empezar a reventar casillas de mails, a saturar las lineas teelfónicas de las radios y hacer que los medios hablen de una nueva movida en Facebook, sería muy bueno hacerlo esta vez por algo grande como esto:


Denuncian canje de comida por sexo en un plan asistencial del Chaco
Se trata del programa oficial Paicha, creado para entregar alimentos a comunidades aborígenes. Según la denuncia de una diputada, los abusos se habrían cometido sobre nenas wichís de 13 a 15 años.

Una diputada indígena del Chaco denunció que integrantes del plan oficial Paicha, un programa dirigido a asistir a comunidades aborígenes de El Impenetrable, obligaron a niñas y adolescentes wichís a tener relaciones sexuales con ellos, a cambio de comida. "Es algo que no tiene perdón", dijo la diputada toba Inocencia Charole, que pertenece al peronismo, la fuerza que gobierna actualmente la provincia. Según dijo la legisladora a una radio local, las denuncias que recibió de pobladores wichís del oeste provincial indican que niñas aborígenes de 13 a 15 años "son abusadas a cambio de mercaderías". "Es un tema delicado, pero como madre y como legisladora no voy a permitir que se les haga esto a mis hermanas, porque es algo que no tiene perdón", agregó. La diputada no dio nombres de los funcionarios acusados, pero prometió formalizar una denuncia sobre los hechos ante la justicia penal. Desde el gobierno del kirchnerista Jorge Capitanich no hubo hasta ahora comentarios sobre el caso pero, en diálogo con Clarín.com, el presidente del Instituto del Aborigen Chaqueño, Orlando Charole (hermano de la legisladora), dijo que confía en que "va a actuar de manera cortante frente a una conducta de esta magnitud". "No queremos que el gobierno caiga en el pecado de avalar estas conductas irresponsables, vergonzosas, atento a que las comunidades indígenas están e una situación de emergencia, sobre todo, alimentaria y sanitaria", subrayó el hermano de la denunciante quien, aunque no dio precisiones sobre la cantidad de casos de abuso reportados, aseguró que "hace tiempo que recibimos quejas por el Paicha". El programa eje del escándalo fue implementado por Capitanich a poco de asumir, en respuesta a las denuncias de abandono de las comunidades indígenas de El Impenetrable, donde en los últimos años se registraron varios casos de muertes por desnutrición, tanto entre niños como entre adultos.

Clarín, jueves 19 de marzo de 2009

jueves, 5 de marzo de 2009

Susanizados

En un país supuestamente diezmado por la inseguridad, gran parte de la clase media le pide al Estado Argentino que enseñe a no matar, matando.

Es curioso cómo la falta de cultura no distingue estratos sociales. Por un lado tenemos a una familia que vive en la pobreza, sus hijos no tienen acceso a una educación siquiera mediocre y carecen inculso de la atención de sus padres quienes sufrieron la misma suerte que los hijos, estos se curten en la calle, donde los valores no existen, donde la "gente bien" prefiere mirar cómo una paloma le caga en el ojo antes que a un niño de 5 años pidiéndole una moneda. En ese ámbito sin reglas, donde al Estado no se le ocurre ni mirar de reojo, es donde nace el delito, justamente gracias a esa ausencia del Estado, o presencia que solo se podría traducir en policía, y todos sabemos lo que eso significa.

Por otro lado tenemos a otra familia, esta vez de clase media. El padre trabaja en una oficina, tiene coche propio y es su principal medio de transporte. La madre también trabaja pero utiliza el transporte público. Han elegido para sus hijos la educación privada, porque todos saben que la estatal "es un desastre y nunca tienen clase por culpa de los maestros que se la pasan haciendo huelgas". Una tarde, el padre vuelve de trabajar en su coche pero en la puerta de su casa es sorprendido por dos jóvenes armados que amenazan con matarlo si no les entrega el auto. El hombre sabe donde vive, lee el diario todos los días, conoce la situación actual y sabe que no debe resistirse porque estos chicos "andan siempre drogados y nunca sabés como pueden reaccionar". Baja del auto y cuando da la espalda, uno de los chicos le da tres tiros en la espalda, el hombre muere en el acto. Con esto tenemos una familia destrozada y muerta de dolor, el barrio indignado sale a las calles a pedir "justicia" según las palabras de los vecinos. Los medios de prensa no tardan en llegar para cubrir el hecho. Frente a las cámaras se amontonan los vecinos pidiendo "justicia", pero al entrar más en detalles piden mano dura, represión, menor edad de imputabilidad, cárceles más grandes, condenas más largas, esposas más apretadas, alambrados en las villas, pena de muerte, que le corten las manos a los ladrones y el pene a los violadores. Todo eso, según ellos, significaría satisfacer su reclamo de justicia y por lo tanto una sociedad más pacífica. En otras palabras, le piden al Estado que enseñe a no matar, matando.

Si retomamos el primer caso tenemos una parte de la sociedad que no pudo elegir, ni puede. El Estado tipo de cualquier sistema capitalista estuvo ausente como para que puedan decidir mandar a sus hijos a la escuela, al club, a piano o guitarra. O no. El caso es que el sistema no les dio la oportunidad de elegir.

En el segundo tenemos a los que están en la parte más angosta de la piramide. Todos tienen acceso a los diarios, a la información y a la cultura. Pueden elegir si recurrir a ellos o no. Sin embargo sus opiniones no requieren ni de saber leer o escribir. Ignoran que la Constitución Nacional impide la sanción de la pena capital. No saben que en un país como Estados Unidos, la pena de muerte rige en 37 de sus estados, en los cuales los hechos de violencia son mayores que en aquellos en los que no existe este castigo. Tampoco conocen el caso de Inglaterra, que pudo reducir sus hechos de violencia una vez derogada la pena capital. Son solo ejemplos puntuales y hasta intrascendentes si los ponemos al lado del problema real.
Ninguna de las personas que se la pasan clamando por seguridad, ya sean políticos, periodistas, empresarios, empleados, viejas que barren la vereda a la mañana, mencionan que en este país un 30% de su gente vive en condiciones de pobreza. Que por día mueren más de veinte chicos, de hambre.

He ahí lo urgente, lo que no puede esperar, lo que se debe empezar a solucionar ya. Ese es el principal problema, rotulado como "desigualdad social". De ese problema se desprenden otros cientos de problemas. Tan solo uno de ellos es la inseguridad.